Tresviso, una ruta de queso, zetas y nieve

Siempre me impresionó una fotografía que ví de niña de un camino serpenteante en forma de letra ‘Z’ continua.

Era el camino que une Urdón, en pleno desfiladero de La Hermida, con el pequeño pueblo cántabro de Tresviso.

Tresviso es ese pueblo que siempre sale en las noticias por permanecer varios días incomunicado en época de temporal.

La nieve allí es casi perenne durante los inviernos, al menos en esos inviernos de antaño que relatan los mayores.

Quizás sea precisamente su altitud y sus condiciones extremas las que les permite atesorar uno de los quesos más especiales de todos cuantos se elaboran en Cantabria.

Es el mundialmente conocido queso de tresviso.

Un queso picón que tomado allí tras un largo ascenso es gloria bendita.

La mejor recompensa a un camino que te conecta con la naturaleza en su estado más puro, en el marco incomparable de los Picos de Europa.

Era una de esas rutas que siempre estaba en mi cabeza a pesar de su dureza.

Me consolaba pensar en el queso y el vino que me esperaba al pisar la cumbre, en este caso, el pueblo.

Así que finalmente la hice con unos amigos.

Y no me pareció tanto.

Seis kilómetros de subida salvando 825 metros de desnivel. 

La ruta es muy dura, sí, pero yo pensaba que era inhumana, y no.

Requiere su esfuerzo pero la motivación de la recompensa te hace avanzar por las zetas con la cabeza alta, mirando hacia arriba, hacia ese pueblito que además tiene un encanto muy especial.

Parque Natural Picos de Europa

Eso, sin contar con las impresionantes vistas del Parque Natural Picos de Europa que se disfruta durante el ascenso, quizás se ve mejor en el descenso y entre zig zag y zig zag.

Los vecinos del pueblo recorrían a diario este camino, única vía con Cantabria, pues la carretera que les conecta con la civilización pertenece a Asturias.

Es cuanto menos curioso que para llegar hasta Tresviso en coche, tengas que recorrer 40 kilómetros por tierras asturianas.

La senda está en perfecto estado y realmente se ha convertido en una de las rutas fetiche de quien visita Cantabria.

Es fácil encontrarse a gente ascendiendo o descendiendo por las zetas del camino que une Urdón y Tresviso.

Al llegar arriba, siempre es placentero pasear por un pueblo que conserva el encanto de las aldeas de alta montaña.

Y, por supuesto, recuperar fuerzas en el bar.

Un poco de queso de Tresviso es la mejor gasolina para poner en marcha el motor que después tiene que enfrentar el descenso.

Una ruta muy recomendable pero quizás no apta para todo el mundo ni recomendable para vagos.

Requiere esfuerzo.

 
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