Magnolia Bar Santander. Promete lo que ofrece
Decía Luciano Pavarotti que “Lo bueno de la vida es que hay que comer todos los días”
Precisamente con esta frase recibe al visitante la desactualizada web de Magnolia Bar Santander, el protagonista de hoy en nuestra sección gastronómica.
Llevaba mucho tiempo escuchando hablar de las bondades de una “cocina tradicional con algunos toques modernos”, así la describen, y hace algunos sábados por fin pude comprobar si las habladurías tenían fundamento.
Suele ocurrirme en diferentes facetas de la vida que cuando la gente te habla maravillas de un lugar, de una película, de un producto, de una tienda… vas con las expectativas tan altas que al final te acabas defraudando.
En Magnolia Bar Santander no ha sido exactamente así.
El espacio
Éramos cuatro personas y un bebé de ocho meses y, por tanto, un carrito (siempre es importante hacer referencia al carrito cuando reservas para que tengan en cuenta que necesitas un espacio un poco amplio).
Ya contábamos con un hándicap. A no ser que quieras comer abajo, en la parte más de bar, para acceder al comedor hay unas escaleras bastante estrechas y empinadas.
Lo sabíamos pero no quisimos descartar el lugar por unas escaleras. Por cierto, la primera ‘sucursal’ de Magnolia está en Suesa, un local que sigue abierto y que también tengo en ‘pendientes’.
En cuanto a la decoración de Magnolia Bar Santander es sencilla y coqueta, muy a colación con ese concepto de gastrobar que tan de moda se ha puesto en los últimos tiempos.
El comedor, creo que también tiene una terraza pero no la vimos, es acogedor, invita a comer en un ambiente relajado y tranquilo.

La carta, por su parte, sin ser excesivamente larga, tiene un montón de propuestas a las que, además, se suman las que añaden día a día.

Para ir abriendo boca
Nos decantamos por un par de entrantes para compartir entre los cuatro y un plato principal para cada uno. Después de darle muchas vueltas (todo resultaba apetitoso) nos decantamos por unas croquetotas de gambas al ajillo con alioli y una ensalada de buffala que no recuerdo exactamente el nombre, del Tito Santi o algo así, pero que estaba de escándalo (tan de escándalo que ni me acordé de tomar una imagen).

De segundo, uno de mis acompañantes y yo nos decantamos por una de las sugerencias del día. Un solomillo de novilla que aún recuerdo porque se deshacía en la boca. Además, tacos de salmón y mollejas con patatas para el esto.


Delicioso todo.
Los postres
Como somos muy de postre, no pudimos decir ‘no’ a lo que nos proponían y eso que, por lo general, nos parece abusivo lo que te sube la cuenta cuando concluyes con un dulce. Aquí 4 euros. Pero bueno, es complicado resistirse.
Nos decantamos por un coulant, un yogur artesanal y tarta de queso.



Todo delicioso. No me defraudó pero tampoco salí pensando que era el mejor lugar en el que había comido en mi vida.
Es uno de esos sitios que se pueden recomendar.
En definitiva, todo muy correcto.
Si algo fue impecable, digno de resaltar, hablaría del servicio de Gonzalo, el chico que nos atendió.
La dolorosa
Al final la cuenta ascendió a 118 euros, con dos botellas de ‘Habla la tierra’ incluidas.
¿Volvería? Sí.
Me encantò la experiencia de comer en el Magnolia. Todo lo q comimos estaba riquísimo,el ambiente muy agradable,y el trato recibido,lo mejor. Gracias en particular a Miguel,el simpático a la vez q amable camarero q nos atendiò. Volveremos,sin lugar a dudas!!!!!!
Por favor soy de Santander y no se donde estáis uvicados. Me lo podríais decir? Un saludo.
CantabreAndo no tiene nada que ver con el restaurante pero nos encantó la experiencia.
Magnolia está en Tetuán, al lado del Marucho. También tienen un local con el mismo nombre en Suesa, al lado de Somo